En la Francia del Antiguo Régimen, las mujeres se arrogaron el poder de gobernar haciendo vanas en la práctica las leyes y las costumbres que se lo negaban: la más destacada de todas fue Catalina de Medicis, quien por espacio de 30 años logro mantener intacta la autoridad real. Pero junto a las reinas -y a menudo al mismo tiempo y en antagonismo con ellas- otras mujeres, las denominadas reinas de corazón, ejercieron una enorme influencia, aunque discreta, sobre los equilibrios políticos internos y externos de la monarquía: las poderosísimas amantes reales. Benedetta Craveri, con sólidos conocimientos y una singular capacidad narrativa, nos cuenta la historia de algunas de estas mujeres, amantes o reinas -de Ana de Austria a María Antonieta, de Gabrielle dEstrees a Madame du Barry-, que convirtieron la supuesta debilidad en un instrumento de dominio