El ambiente es determinante en el ciclo de vida de las plantas frutales, en especial la temperatura. Muchos de los frutales de hoja caduca evolucionaron en climas templados, con estaciones frías y cálidas, por lo que necesitan baja temperatura en invierno y alta en primavera y verano, que permitan el crecimiento y maduración de su fruta. A través del desarrollo tecnológico ha sido posible dar cuenta del efecto del ambiente sobre la fisiología del frutal, así como sobre aspectos de importancia agrícola. En el caso del manzano, este efecto, en especial sobre la calidad y condición que la fruta tendrá a cosecha, puede estimarse en base a la cuantificación de las llamadas variables agroclimáticas, que no son más que modelos matemáticos, construidos a partir de los registros de una estación meteorológica, y que contienen un sentido productivo. Las variables agroclimáticas explican parte de la respuesta fisiológica de la planta a cambios en el medioambiente. Por esto, en temporadas de extremos meteorológicos, contar con una medida del efecto que tendrá el ambiente sobre las características de la fruta, constituye una herramienta que permite al fruticultor intervenir en forma oportuna su gestión, para minimizar posibles mermas productivas.