Las estrategias que propone este libro no solo ayudan a establecer una vida familiar armoniosa, sino que, sobre todo, permiten desarrollar la inteligencia emocional de los hijos (y también de los padres). Padres e hijos podemos aprender a entender mejor quiénes somos, qué queremos y cómo nos sentimos cuando establecemos una relación afectiva fuerte y nuestros hijos se sienten queridos, protegidos y seguros en nuestra presencia, cuando les damos permiso para expresar sus ideas y sentimientos más profundos en conversaciones informales en las que los padres utilizamos la escucha activa, cuando permitimos a los hijos resistir a nuestras órdenes y sabemos escuchar su resistencia, o cuando les permitimos expresarse con total libertad en las mediaciones.La obra nos ayuda a desarrollar en familia la capacidad de regular las emociones y conductas cuando discutimos planes o ideas, cuando hablamos con respeto a nuestros hijos en los momentos de tensión, cuando les exigimos que también ellos nos hablen con respeto en esos momentos, o cuando tienen que hablar sin insultar, sin gritar, sin atacar al otro o tienen que escuchar sin interrumpir, sin burlarse o sin taparse los oídos cuando alguien les dice algo que no les gusta. Además, todas esas ocasiones son además excelentes para aprender sobre los sentimientos, razones, objetivos y opiniones de los demás, para asimilar el respeto al otro y empatizar con él o ella.En el ejercicio de empatizar, expresarse con respeto, ser capaz de defender las propias posiciones con amabilidad pero con firmeza, aprendemos también a establecer relaciones interpersonales positivas, y ese aprendizaje lo exportamos después a nuestras relaciones con los amigos en la escuela, en el vecindario, con otros miembros de nuestra familia y también con compañeros de trabajo, jefes y subordinados.