En 2015, una ballena jorobada de treinta toneladas se abalanzó sobre el kayak del documentalista y biólogo Tom Mustill y casi lo mata. Tras viralizarse un vídeo que captaba el momento, Mustill se obsesionó con intentar averiguar qué se le pasó a la ballena por la cabeza. Así descubrió una serie de impresionantes avances científicos y tecnologías pioneras (oídos submarinos, peces robóticos, análisis de big data…) que nos están acercando a la decodificación de la comunicación animal. ¿Y si los animales y los humanos pudieran hablar entre ellos? Las ballenas, con sus gigantescos cerebros de mamífero y sus sofisticados lenguajes, sus voces virtuosas y sus largas y muy sociables vidas, nos ofrecen una de las oportunidades más realistas para conseguirlo.