Como retrato íntimo o registro de una época, este libro de Carlos Jorquera es una crónica entrañable sobre Salvador Allende, El Chicho, su amigo, pero también el líder, el demócrata y estadista que encabezó el sueño socialista. A través de anécdotas, sucesos históricos, confesiones y la observación privilegiada de un testigo de los hechos, el autor da cuenta del perfil del presidente Salvador Allende, desde su infancia, hasta el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Testimonio de lo público y privado, El Chicho Allende es también el relato de los sentimientos y sueños de una generación, de la amistad y el compañerismo como herramientas contra el horror de una dictadura que dinamitó una esperanza. Publicado por primera vez en 1990, esta nueva edición incorpora un prólogo de sus hijas, Daniela y Alejandra. Una obra fundamental para conocer más sobre nuestra memoria. Carlos Jorquera (Concepción, 1924 - Santiago, 2018) fue periodista y reportero de vocación. Trabajó en revista Ercilla, Las Noticias Gráficas y Última Hora. Condujo el programa de debate político “A Ocho Columnas”, fue parte del primer consejo de redacción de la revista Punto Final y participó activamente en la recuperación del manuscrito del Diario del Che en Bolivia. Pero su principal ocupación fue acompañar durante un cuarto de siglo las campañas políticas de Salvador Allende, como amigo y luego como jefe de prensa del gobierno de la Unidad Popular. Después del golpe militar, estuvo preso en la Isla Dawson y en diversos recintos militares del país, siendo expulsado de Chile en 1975. Pasó su exilio en Venezuela y retornó a Chile apenas levantada la prohibición de ingreso, en 1988. Falleció a los 94 años de edad en Santiago.
“Hoy, a 50 años del Golpe de septiembre de 1973, este libro vuelve al ruedo, tal como lo hace la memoria cuando se le llama. Regresa para ser leído por ojos nuevos y revisitado por quienes lo tuvieron entre sus manos hace más de treinta años”. Daniela y Alejandra Jorquera Beas
“Si Chicho hubiera escrito su autobiografía, puede asegurarse que la hubiera comenzado definiéndose como un demócrata. Y de verdad que lo fue. Hasta el último minuto. No murió por ninguna causa distinta de la democracia. Y vivió constantemente aferrado a esos valores, o modos de ser, que configuran la chilenidad”. Carlos Jorquera