En Cortejo y Epinicio, como en toda la obra de Rosenmann-Taub, la identificación con un mundo polifacético y multilateral se refleja en un lenguaje igualmente matérico y plástico, del que ninguna realidad, ninguna sustancia, están excluidas. La tierra y el cuerpo están en sus poemas; la tierra y el cuerpo son sus poemas. Todas las sonoridades, todas las espesuras, todos los accidentes del ser y las cosas, aparecen en unos versos que se dirían concebidos para adaptarse ?o reproducir? las infinitas sinuosidades de lo que existe.