El autor de Hospital nos lleva de la mano por los meandros de un hospital de provincia, mezcla de infierno de salvación; implacable metáfora de un mundo de enfermos que chapotean en el charco de sus propios humores corporales. Es también el espacio en que la literatura de los condenados a la enfermedad y a la muerte brilla con el humano esplendor del compromiso con la vida y la palabra.