Daniel Ramírez, connotado filósofo residente en París, se ha volcado a la narrativa de ficción con desparpajo y arrojo, dos categorías que la ficción siempre requiere. Desparpajo en la imaginación, arrojo en la ejecución. Ninguna de estas categorías, como a veces se piensa, se contradice con la composición, con la estructura, con la armonía. Es la combinatoria de todos estos elementos que hace de un relato un buen cuento, y es el caso de los que aquí nos presenta Daniel Ramírez. Con un sutil arte exploratorio, una sensibilidad contenida, un siempre acabado desarrollo lógico, y una necesaria dosis de extrañeza, sus cuentos nos plantean escenarios diversos y cosmopolitas, y una galería de personajes no menos originales y sugerentes. El saber filosófico no está nunca de más en un narrador a condición de que no se le note, los relatos de Ramírez logran ese propósito, pero sí, como un añadido involuntario, se transparenta en su profundidad.