"«—¡Hola! —digo dentro de mi lata —¿que´ me queri´as decir? Mi abuela escucha, despue´s pone la boca en su lata y me dice: —No me acuerdo. —No importa —le digo—. Dime la palabra que me gusta y listo. Me gusta cuando mi abuela me dice “tivolio”. A mi´ me parece que es como un budincito, pero no es un budi´n. Quiere decir te quiero». Las relaciones, al igual que las semillas, necesitan de la dedicación, el alimento y el tiempo necesarios para cultivarse.
En La conversación una abuela y su nieto convierten la cotidianidad en una hermosa cosecha mediante palabras de afecto".