Leer Mata me permitió repensar un periodo importante de mi formación como lectora. Sacó a la luz que yo creía haber enterrado bien y otros que ni siquiera sabía que existían. Subrayé lo mismo que Lectora Sumisa subrayó: «No sé lo que soy, pero sé lo que he leído» y re- produje su ejercicio al imaginar mi propia autobibliografia. Cuestioné algunas de mis formas de lectura, y al final, volví a querer a mis Suicide boys: Quentin y Septimus. Leer Mata no sólo me permitió «analizar», también fui libre de desear y purgar en la lectura. Leí y me contagié de la ETS de Lectora Enfermiza y como ella me entraron unas ganas voraces y bulímicas de leerlo todo. Todo todo, pero empezando por el Ulises de Joyce, un libro al que le tenía rechazo por los análisis académicos hasta devorar este atrevido y tierno ensayo. Luna Miguel. Libros de la mujer rota.