Basándose en las miles de páginas de los cuadernos manuscritos de Leonardo y nuevos descubrimientos sobre su vida y su obra, Walter Isaacson teje una narración que conecta el arte de Da Vinci con sus investigaciones científicas, y nos muestra cómo el genio del hombre más visionario de la historia nació de habilidades que todos poseemos y podemos estimular, tales como la curiosidad incansable, la observación cuidadosa y la imaginación juguetona. Su creatividad, como la de todo gran innovador, resultó de la intersección entre la tecnología y las humanidades. Despellejó y estudió el rostro de numerosos cadáveres, dibujó los músculos que configuran el movimiento de los labios y pintó la sonrisa más enigmática de la historia, la de la Mona Lisa . Exploró las leyes de la óptica, demostró como la luz incidía en la córnea y logró producir esa ilusión de profundidad en la Última cena . La habilidad de Leonardo da Vinci para combinar arte y ciencia -esplendorosamente representada en el Hombre de Vitruvio - continúa siendo la regla de oro de la innovación.