Carmen Berenguer, editora del libro, nos dice: “Escribir un prólogo de la obra de Lemebel es un desafío por muchas razones. La primera significa releer su espacio desde su pretexto, en una andadura de textos, caminatas, marchas y decires de aquel tiempo de persecuciones en dictadura, en el que se cobijó ese otro Pedro, trabajando con las manos en otros materiales menos suaves como el papel, dibujos, autorretratos, materiales de desobediencia. Luego el soporte cuerpo, el lenguaje es por medio de gestos, la voz, siempre su voz y el cuerpo el soporte de escritura política. Es imposible pasar por alto el espacio fronterizo en el que se ha transitado hasta llegar a la crónica en la transición política, donde escribirá desde su experiencia, logrando así, perfilar una pluma aguda y crítica, su estilo único. Escribir este prólogo ha significado revisitarlo en todos los sentidos, ya que la escritura de Lemebel converge y se hila por muchas ilaciones, yuxtaposiciones, incluyendo sus afectos más sentidos.”