En el pentagrama que dibuja esta extraordinaria poesía, están contenidos todos los relatos que un ser humano pueda contarnos. Y eso es impresionante. Es como si cada frase, cada transformación se posara levemente sobre el sonido general de un idioma, que es el nuestro, y que cumpliera en ese posarse el rito de su ceremonia fúnebre. Es ese tiempo que se vuelve presente en la abrupta materialidad, un presente elástico, un presente que retrocede, que avanza, y que construye finalmente lo que para mí es una elegía, un poema de la nostalgia. Raúl Zurita