En este libro escrito poco antes de cumplir 80 años, Susan Moon reconoce con mucho realismo que envejecer no es fácil. Pero, sin tratar de endulzar esa etapa de la vida tan marcada por pérdidas, asegura que podemos seguir sintiéndonos plenamente vivos mientras nos quede vida. Para demostrarlo, no solo comparte duelos y tristezas, sino también historias de amistad, de encuentros y de sorpresas salpicadas de humor y de curiosidad.