«Hurtado hablaba con pasión de algo que él mismo experimentaba y sentía que llenaba su vida de sentido y energía». Estas lúcidas palabras de Francisco Jiménez contienen, de modo implícito, el método adecuado para estudiar al padre Hurtado: sus palabras y acciones están siempre en estrecho diálogo con su propia experiencia interior. Su vida es un diálogo entre lo exterior y lo interior; entre la historia y el espíritu. La riqueza y solidez espiritual de Alberto Hurtado, lejos de hacerlo «impermeable» a la historia que lo rodea, le permiten «zambullirse» en ella con mucha libertad: le impactaba mucho lo que pasaba a su alrededor, se dejaba cuestionar y buscaba elaborar una síntesis personal desde ciertas convicciones básicas de fe, que lo acompañaron siempre.Estas páginas no ocultan los límites de la visión del sacerdocio propia de Alberto Hurtado y a la vez permiten captar de qué manera es capaz de reorientar, con sana autocrítica, su manera de comprender el seguimiento de Cristo en un período de tantos cambios. El libro deja hablar a Alberto Hurtado, lo que permite adentrarse en el drama interno de este sacerdote que se expone con gran apertura a la realidad y percibe la gravedad de la crisis de vocaciones.